10:22 p.m. Una cerveza y un sermón innecesario
- Mariposa
- 1 feb 2017
- 3 Min. de lectura
No tienes por qué ocultarme nada, me gusta la trasparencia sin importar sus consecuencias. Me lo dijo mirándome a los ojos, tomándome la mano y después cerró esa bella frase con un beso en la mejilla. Pensé en ese momento que no había ser más puro y sensible que él, que entre sus inseguridades estaba esa hermosa silueta llena de cuerdas con ansias de comerse el mundo, y claro a mi lado.
Que días aquellos en los que mis renglones los podía llenar con felicidad en la cual cada palabra y cada letra colocada allí, llevaban su nombre y sus recuerdos. Era esa inspiración que nunca faltaba, pero no lo culpo por lo que es, indudablemente me culpo a mí…Si, a mí y solo a mí porque fui yo la culpable de idealizarlo de otra manera, de colocarle en un pedestal tan grande que nunca me di cuenta que era un mortal común y corriente, no tenía ninguna cualidad relevante. Ni siquiera eras mi tipo de ser humano, o bueno quizás lo intentaba pero le falto lo más importante, querer comerse el mundo, y nunca me di cuenta de eso. Porque siempre lo incitaba a que intentara comerse aunque sea mi mundo.
Hoy puedo decir que aprendí mucho de él, aprendí a no confiar ni abrirme a todo el mundo; aprendí que las personas pueden mentirte mirándote a los ojos, lo cual se me hizo muy difícil comprender debido a que en lo largo de mis días había estado pensando que las personas eran incapaces de mentirte a los ojos ya que todo el mundo supone que son “la puerta al alma”; aprendí que todos podemos ser perfectos dramaturgos nocturnos y a la vez actuar todo eso que uno escribe; aprendí en nunca confiar en esos arrebatos de media noche de decir todo lo que te aman y harían por ti, eso solo indica culpa y desespero; y sobre todo aprendí que el amor es solo costumbre.
Si, el amor es solo costumbre. Eso llamado “enamorarse” es una mentira, nadie se enamora en realidad, solo nos acostumbramos a todas esas cosas que hacen por uno, que uno hace y que se pueden hacer juntos. El amor es nada más y nada menos que esa célula cancerígena que en cualquier momento puede volver todo un caos.
Al pasar los días uno va dejando el rencor, y va tomando cierta madurez para dejar el odio de todo lo sucedido a un lado y darse cuenta que cada vivencia es un aprendizaje nuevo. Que no solo aprendí cosas malas, sino que también aprendí a reírme de mí, aprendí a disfrutar de la soledad y de las cosas más insignificantes de la vida. Que aunque el amor es costumbre, es una costumbre necesaria para el crecimiento personal, que esa bella costumbre te hace aprender millones de cosas tanto externas como internas.
Le digo esto a usted amigo, aquí en este bar que tanto frecuentamos porque la cerveza es más barata que en otros lugares y por supuesto porque a usted le encanta la mesera. No se lo digo para que se asuste por lo que siente, solo para que tenga en cuenta que todos los seres humanos tienen una doble cara, todos aquí los presentes nos están mostrando solo una de ella. Que a pesar de que ya estoy un poco alcoholizada y un poco destrozada en el amor, no me he muerto. La vida sigue así te rompan el corazón, así sientas que la vida se te va, no es así, el corazón sigue latiendo el tiempo sigue pasando. No te puedes estancar por nada ni nadie, hoy usted está como yo hace unos meses, entusado y con ganas solo de beber y escuchar Alzate. Pero la vida no se trata de seguir sentados en el mismo lugar de siempre, la vida es de dar pasos y saberlos dar.
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